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Tenía mucho tiempo queriendo escribir este post y siempre lo dejaba a la mitad porque todavía es difícil para mí hablar de ese día. Ayer una personita que ni siquiera conozco me hizo darme cuenta del poder que tienen estas palabras para alguien que está pasando por un mal momento así que decidí terminarlo.
Hoy desperté con ganas de compartir este momento por primera vez. ¡Definitivamente en mi top 2 de los peores días de mi vida!
Poniendo un poco de contexto, desde el día uno, los doctores y las enfermeras me explicaron que con el tratamiento era inevitable que se me cayera el pelo. La quimioterapia ataca a todas las células que se dividen más rápido que una célula normal, no distingue entre buenas y malas y es por eso por lo que el pelo se cae. Siempre que me hablaban de ese tema, su expresión cambiaba, su tono de voz era diferente y podía sentir lo incómodo que era para ellos hablar de eso. Claro que para mí también lo era, pero jamás creí que me iba a afectar tanto.
Vivimos en un mundo con unos estándares de belleza tan rotos que lo primero que pensé fue “no me quiero ver fea” cuando la realidad iba mucho más allá de ese pensamiento. Para mí la idea de verme sin pelo era enfrentarme a una dosis de realidad de lo que estaba pasando y eso me aterraba.
Las personas en afán de ayudar y hacerme sentir mejor me decían cosas como “no te preocupes el pelo crece” “lo importante es que estés bien” “el pelo es lo de menos”. Pero la verdad es que en este proceso no hay “de más” o “de menos”.
Desde el principio yo decidí quitarle poder y hacerlo a mi tiempo y con mis condiciones. Me preparé y me despedí de mi pelo. Me lo pinté de rojo porque siempre había querido hacerlo y no me había atrevido, le dije cosas bonitas y le pedí perdón por todas esas veces que me quejé de él. Después de la primera quimio, en un momento muy especial con buena música y rodeada de mi familia me rapé.
Si soy sincera nunca pensé que iba a llorar tanto, pero ahora entiendo que ese día no solo me despedí de mi pelo, también me despedí de mi vida como la conocía. Ese día, con él, deje ir toda la seguridad que tenía. Deje ir sueños, expectativas y planes. Cuando escuché el sonido de la máquina (ya saben el ‘tssssss’) sentí como se rompió mi burbuja color rosa y por primera vez me sentí presente en mi nueva realidad. Me sentí tan frágil, tan vulnerable, tan indefensa, tan chiquita. Lo que pueda escribir en estas líneas es poco en comparación a todo lo que paso por mi cabeza.
Hoy, un año después, estoy convencida de que tome la mejor decisión y no cambiaria nada de como fueron las cosas ese día porque a pesar de ser uno de los más difíciles de mi vida estuvo lleno de amor y de magia.Con certeza puedo decir que ese día cambie para siempre y no tengo intención de volver a ser esa que era porque ahora vivo mucho más consciente, más presente y más feliz.
Fun fact? A los 10 días mis papás me raparon el pelo que me quedaba. Esteban, mi sobrino de 4 años, me pregunto muy serio que cuando iba a ir al doctor a que me lo pegaran de nuevo, nos reímos mucho. Desde ese momento empecé a hacer bromas de mi look y me di cuenta de que eso me hacía sentir más tranquila y más feliz. Me divertí mucho jugando con las pelucas y nunca me gustaron los turbantes. Ahora soy fan de ver como va creciendo mi pelo y me da muchísima emoción irme sintiendo yo de nuevo.
I’ve been wanting to write this post for a long time, and I always stopped halfway through because it is still hard for me to talk about that day. Yesterday a little person I don't even know made me realize the power these words have on someone who is going through this, so I decided to finish it.
Today I woke up wanting to share with you this moment for the first time. Definitely it is on my top 2 worst days of my life!
Giving you a little bit of context, since day one, doctors and nurses explained to me that with treatment it was inevitable that my hair would fall out. Chemotherapy attacks cells that divide faster than a normal cell, it does not distinguish between good and bad and hair follicles are part of that group. Whenever they talked to me about that topic, their expression would change, their voice was different, and I could feel how uncomfortable it was for them to talk about it. Of course, it was for me too, but I never thought it would have such an impact.
We live in a world with unrealistic beauty standards, so the first thing that came to my mind was "I don't want to look ugly" when the reality was deeper than that thought. For me the idea of seeing myself bald meant a reality check and that terrified me.
To make me feel better, people said things like “don't worry, your hair will grow back”, “the important thing is that you are healthy”, “it’s just hair”. But the truth is that is not just hair!
I decided to take the pressure off and do it under my own terms. I got ready and said goodbye to my hair. I always wanted to dye it red, so I did, and I apologized for all those times I complained about it because it wasn’t perfect. After the first chemo, in a very special moment with good music and surrounded by my family, I shaved my head.
To be honest I never thought I was going to cry so much, but now I understand that that day I not only said goodbye to my hair, but I also said goodbye to my life as I knew it. That day, with my hair, I let go of all the security I had. Let go of dreams, expectations, and plans. When I heard the machine (you know that 'tssssss') I felt how my pink bubble burst and for the first time I felt present in my new reality. I felt so fragile, so vulnerable, so helpless, so small. I can’t even describe what went through my mind.
Today, one year later, I am convinced that I did the right thing, and I would not change anything about that day because despite being one of the most difficult days of my life, it was full of love and magic.
I can say with certainty that day I changed forever, and I have no intention of going back to being what I was before, because now I live much more conscious, more present and happier.
Fun fact? After 10 days my parents shaved the hair that I had left. Esteban, my 4-year-old nephew, seriously asked me when I was going to the doctor to get my hair back, we laughed a lot.
From that moment on, I started making jokes about my look and I realized that it made me feel better. I had a lot of fun playing with wigs and I never liked turbans. Now I enjoy seeing how my hair grows back and I am very excited to feel like myself again.
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